miércoles, 28 de abril de 2010

La violación de la intimidad forma parte del negocio

Fotografía: Google imágenes.

La falta de pruebas impide a la policía llevar a cabo la detención de dos camareros que realizaron una serie de fotografías robadas en un baño
Imane rachidi. Madrid. 28/abril/2010


Porque la ocasión se lo merecía, Marta. C. accedió a un Restaurante localizado en Ópera, estación de metro de Madrid. Tras disfrutar de su cena, se dirigió a los servicios del local, encontrándose con una pequeña sorpresa: los baños carecían de puertas y lo más paradójico, se dio cuenta de la instalación intencionada de unas rejillas que miraban al baño de los hombres. A la clienta le extrañó, pero aún así, entró al servicio.

Tras terminar, sintió la sospechosa presencia de alguien en el servicio de al lado. Giró la mirada a la parte superior, y vio que alguien le sacaba una fotografía con su teléfono móvil por detrás de las rejillas. Sorprendida, la clienta gritó “te he visto”, pero no encontró ninguna respuesta.
Indecisa y llena de miedo, Marta esperó en las escaleras a la espera de la persona que la había fotografiado. Boquiabierta se quedó al descubrir que es el mismísimo camarero que le había servido la mesa unos minutos antes. Pero como era de esperar, este negó haber hecho una fotografía a la chica.
Tras soportar varios intentos de soborno y un humillante intercambio de frases con el propietario del restaurante, rabiosa, subió a llamar a la policía para que tomara cartas en el asunto. Se pudo comprobar que las huellas de WC coinciden con los zapatos del camarero. Y este, después de negarlo varias veces, acabó confesando que hizo la fotografía pero que la había borrado.
A falta de pruebas, la policía no pudo hacer mucho. No obstante, Marta decidió denunciar a este camarero, y hoy está a espera de juicio.

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